Identidad y cómo la podemos abordar...

Con las entradas pasadas, observamos que el uso de las computadoras, por parte de los jóvenes, forman una parte fundamental en la construcción de su identidad, pero ¿Qué es identidad?, ¿Cómo la podemos abordar? ¿Cuáles son los aspectos que tenemos que tener claros para entender este concepto?

Existen muchas nociones sobre el concepto de identidad. Con frecuencia, la identidad se refiere por lo menos a dos aspectos diferentes de la persona: primero a la internalización del “yo” y segundo a la proyección de ese “yo” internalizado. Muchos investigadores han construido esta distinción de varias maneras. Lo importante aquí es destacar que lo que la gente produce o transmite a los demás, no es necesariamente igual a la percepción interna que se tiene de uno mismo.

Danah Boyd (2002) nos dice que para observar la identidad debemos acercarnos a la dualidad del concepto mediante dos categorías: la identidad interna y la identidad social.

La IDENTIDAD INTERNA vendría a ser, para la autora, la auto-percepción del individuo en relación con sus experiencias y el mundo en el que vive. Ésta auto- percepción no se manifiesta únicamente internamente, porque el individuo ésta inmerso en un contexto determinado en el cual se proyecta. En ésta auto-percepción interna, el individuo, realiza una reflexión de su sociedad y de sus experiencias que evalúan ese proceso de internalización. La historia, la experiencia y la interacción proporcionan el modelo por el cual los individuos pueden dar sentido a los aspectos físicos, psicológicos, filosóficos y morales de su identidad. La identidad de una persona, por lo tanto, no se basa simplemente en las características que se escriben en su físico, su historia, su personalidad, etc. o las circunstancias en que se nace, sino en cómo el individuo reacciona ante estas experiencias y las internaliza. (Boyd, 2002: 21)

Uno de los puntos importantes de la identidad interna se da cuando las personas INTERACTUAN con otras. Los individuos transmiten aspectos de sí mismos a través de un conjunto de señales que otros deben aprender a leer y evaluar. (Boyd, 2002: 21)

Mientras que la identidad interna es totalmente construida y mantenida por el individuo, la identidad social se percibe en el exterior, apoyándose no en la intención de la representación del individuo, si no en la expresión y la percepción efectiva de esa representación.

Si bien la IDENTIDAD SOCIAL surge de la propia identidad interna, su manifestación se lee a través de la estructura de transporte y de la situación en la cual se transmite esa identidad. El medio en que el individuo esté, juega un papel crucial en la producción y la percepción de la identidad social.

Estas dos formaciones del yo no actúan solas, sino que la identidad social y la identidad interna están en constante interacción. La versión pública del “yo” se ve afectada por la versión de cómo interiorizamos el “yo” que a su vez se desarrolla sobre la base de las experiencias que tenemos. Cuanto más desafíen nuestras experiencias la noción del “yo”, en relación con la sociedad, más impactan nuestra identidad. Las personas notan quienes son en relación con los individuos que las rodean, particularmente cuando observan las diferencias que tienen con estos. Es por eso que la gente está muy consciente de su posición en relación con las normas sociales.

La identidad social es lo que los individuos utilizan para interactuar y relacionarse con los demás. Sin embargo, es en la identidad interna donde el individuo se está comparando constantemente con otros un entorno social. Con el fin de socializar, las personas toman aspectos específicos de su identidad interior, las proyectan en su identidad social y la utilizan para construir una representación de ellos mismos que les permiten negociar aspectos sociales.

Fuente: Boyd, Danah 2002. FACED ID/ENTITY: Managing representation in a digital world. Partial Fulfillment of the requirements for the degree of Master of Science in Media arts and Sciences at the Massachusetts Institute of Tecnology. September 2002

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Nativos digitales

¿Qué serán los nativos digitales? ¿Quién propuso éste término?

Alejandro Piscitelli es el autor del libro "Nativos digitales" en el que clasifica a los seres humanos en cinco grupos, basándose en tres elementos: Su época de nacimiento, el surgimiento de las computadoras y la era digital, y su utilización de los medios digitales.

El primer grupo es el de los nativos digitales, en él se incluyen todos los nacidos después de los ochentas y utilizan plenamente las tecnologías digitales, están muy familiarizados con el internet y con programas complejos.

El segundo es el los colonos digitales, que son los nacidos antes de los ochentas, pero que aprendieron a usar las tecnologías digitales tan bien como los nativos.

Los inmigrantes digitales son las personas que utilizan los medios digitales por necesidad, pero que no necesariamente saben utilizarlos por completo. Por ejemplo los profesores.

Siguen los excluidos digitales que son aquellos que no acceden a las herramientas porque no saben o porque no quieren.

Y por último está la mitad de la población mundial, que ni figura en este esquema, pues son las personas que viven con tres dólares por día, las personas que viven en la miseria, que ni siquiera se les puede clasificar.

 Esta división me recuerda que la actual era digital no ha llegado a todos, pues más de la mitad del mundo (si unimos a los excluídos y a los que no se pueden clasificar) no es parte de ella, ya sea por gusto o por obligación. Me insta a preguntarme cómo es posible que la humanidad sólo piense en "lo nuevo", en avances tecnológicos, en consumismo, en dinero... y dejemos de lado las necesidades básicas.

¿Quienes no forman parte de la era digital tienen identidad virtual?

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Reflexión

En la etapa de la adolescencia, para Turkle, el joven en su experiencia con la computadora empieza a articular algo que ella llama “reflexión en el yo”. Esto quiere decir que los jóvenes como parte de se desarrollo y crecimiento propias de sus edades, experimentan un periodo de introspección y adaptación a relaciones crecientemente complejas. Es aquí donde son capaces de incorporar “una gama cada vez más amplia de habilidades cognitivas y materiales culturales a su reflexión sobre su identidad”. (Turkle, 1984:142) Es época de autocreación consciente, donde “prueban” ideas sobre política, religión, psicología, etc. para verificar y desarrollar las emergentes nociones del yo.

Los adolescentes utilizan muchas clases distintas de materiales para construcción de su identidad. (Vestimenta, música, etc.) Es aquí donde radica la importancia de la computadora para la autora, ya que estas pueden convertirse en parte de este proceso de construcción, como un modo de vida. Y aunque se pueden analizar el aporte de las computadoras en la vidas de los jóvenes en otros contextos, cabe resaltar que lo importante que se analiza acá es su integración, mediante la experiencia, en el desarrollo identitario de los adolescentes.

En su estudio observa como los adolescentes usan la programación como un lienzo para su expresión personal y como un contexto donde elaborar sus intereses personales. Utilizan la computadora tanto como un medio CONSTRUCTIVO como PROYECTIVO.

Les da una oportunidad de verse en el espejo del medio. Experimentar con una parte no dominante del yo, en realidad con un estilo de ser que puede constituir una amenaza. Convierten sus experiencias en la computadora en elementos para la reflexión explicita acerca de sí mismos y esto se observa en la relación de lo que hacen y presentan en la pantalla de la computadora. Lo que aparece en la pantalla revela solo una pequeña porción de lo que sucede en la relación con la computadora.

En cuanto a los relatos anteriores es interesante observar como ambos adolescentes utilizaron la computadora para crear un MICROCOSMOS. Mientras que Sergio llega a la computadora con una agenda emocional conflictiva, tratando de desaparecer esa sensación de que la computadora es autónoma y de crearle un poco de desorden, Débora llega a la computadora deseando ser como las demás personas y utiliza su experiencia con las computadoras para sacar a la luz las cualidades que se pueden compartir con ellas.

Es importante destacar que ambas experiencias están en contextos sumamente diferentes, por lo tanto hacen que las diferencias entre ambos adolescentes y su experiencias con la computadora no solo se diferencien a nivel psicológico si no a nivel contextual (por ejemplo el hecho de su condición socio-económica, los padres, etc.)

Fuente: Turkle, Sherry (1984) “El segundo Yo: las computadoras y el espíritu humano” Ediciones Galápago.

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Segundo caso: Sergio

Sergio tiene 15 años. Proviene de una familia con dinero. Se ve como un creativo, un artista, un individualista. Entre los 6 y 7 años vivió en un lugar que describe como “suburbio ordinario” donde, si alguien tenía una bicicleta con tres velocidades, todos la querían tener, pero él no. Esto lo definió de alguna manera. La familia no se parecía a todas las demás, sobre todo el papá, no era “de esos que se iban al jardín a enseñar a tirar la pelota”. Era profesor universitario y luego paso a dirigir un centro de cine. En la casa se pasaban películas y muchos universitarios llegaban a verlas, tomar y a conversar. A él le gustaba mucho, se preguntaba que estaban haciendo. Odia la idea de ser típico, (dice que su padre era típico y pero en la universidad se reveló). Actúa en un teatro infantil. La madre es el orden para él. Le gusta el orden pero no es ordenado al igual que el papá.

Con la computadora, lo que le gusto, fue que el le podía dar órdenes y eso le llamó la atención porque halló la manera de ejercer control. Esta idea la encontró también en los juguetes (carros, títeres de fabricación casera), aunque había una clase de juguetes que eran amenazadores para él, eran los juguetes menos pasivos. Esto porque, por ejemplo con un robot que le dieron cuando era niño, lo odiaba porque hacia cosas que no estaban previstas para él (caminar, encender luces, etc.) Y cuando se le gastaban las baterías caminaba pero el no sabía cuando, en fin, él no sabía cuando el robot iba a hacer alguna cosa y eso lo frustraba hasta el punto de tirarlo y destruirlo. No le gustaban los juguetes con pila. No le gustaban las máquinas porque pensaba que si hacía algo mal se podían romper e iba a ser su culpa, algo así le pasó cuando vio por primera vez la máquina de escribir de su papá.

Utilizó el mismo programa que Débora. Rechazaba las prácticas ordenadas de programación por computadora, aunque sabía que si las ignoraba sufriría inconvenientes. No tomaba notas y si lo hacía las perdía. El producía, en sus figuras, movimientos salvajes, descontrolables y en lo posible inexplicables. Él quería que la máquina sea impredecible. Concibe a las computadoras como perfectas, porque, cuando uno las maneja, se sabe muy bien lo que van a hacer y por eso le gustaba pensar como hacer cosas que no parecieran tan perfectas. Dice que las personas no son perfectas y que esa es la diferencia con las computadoras. Le atrae la computadora en la medida que le puede dar órdenes.

Lo que odia de las computadoras es que, al ser perfectas, puedan constituir una amenaza a la imperfección de las personas y que puedan reducir la diversidad de la gente. Lo que le gustó de las computadoras fue que podía hacer cosas por el mismo, cosas que nadie ha hecho.

Turkle, nos dice que Sergio usó la computadora, no para “jugar con lo que no era”, si no para externalizar lo que sentía que era, una persona caótica. (Turkle, 1984: 153) Expresó su identidad llevando su desorden a la pantalla de la computadora. Formó una ideología de lo que es ser una persona, a partir de su experiencia rehúsa a que le dicten órdenes (aunque de cierto modo le gusta), no es predecible, es emocional, no es perfecto, es un ser no computadora.

Sergio llega con una manera emocional conflictiva, necesita incorporar su propio desorden a la situación y desaparecer la sensación de que la computadora es autónoma.

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El primer caso: Débora

Mi nombre es Débora, tengo trece años y uso la computadora desde que tengo 11 años. Vengo de una familia con poco dinero, pero que me consciente mucho. Mii familia y mis amigos me hacen simpre las cosas, es algo que siempre han hecho por mi, compran mis cosas por mi. Cuando era bebé fui muy enfermiza, por eso siempre me vieron como alguien que no podía hacer mis propias cosas.

Débora desarrolló una baja autoestima se veía a si misma como alguien enferma, débil, mala (hacía muchas travesuras) y gorda. Tenía una escaza percepción de sus propios límites y ninguna confianza de decir que No, de ejercer control.

Siempre me gustó mucho dibujar, y la gente me decía que era buena. Cuando llegaron a mi vida las computadoras empecé a aprender a realizar gráficos en la compu. Pero me asustaba porque sentía que era una nueva gran fuente de poder que no era liberadora sino amenazadora. Por eso tuve que crear un ambiente donde me sintiera segura, controlando varias cosas del programa (como por ejemplo diseñar imágenes en pantalla y hacerlas girar). Empecé a dibujar flores, conejos, etc., y así me encontré en un mundo donde por primera vez, con algo tan simple, podía ejercer control y explorar mi creatividad.

La adolescente pasó de ver la computadora como algo incontrolable a algo que ella podía controlar, examinar, analizar, manipular. Aunque cuando le salía un mensaje de error ella lloraba porque sentía que la computadora le estaba gritando. Con la computadora empezó a ver sus problemas en términos de DOMINIO, porque antes sólo veía que las cosas eran así por naturaleza, hay gente mala y gente buena y ella era mala,. Cuando ya no tuvo acceso a la computadora lo sustituyo por el dibujo pero ve con melancolía lo que hacía con la computadora.

Turkle, en está experiencia, nos expone el poder de atracción de la computadora, la cuál nos ofrece una combinación única de estar solo y al mismo tiempo de no estarlo. Débora, por ejemplo, utilizó la computadora para construir un ambiente seguro que le permitiera experimentar con algo nuevo, una experiencia para pensar.

La autora nos dice que Débora “utilizó la computadora como un medio emocional para “jugar con el otro aspecto”, con un pequeño mundo de control y limitaciones. Lo que obtuvo de la experiencia fue que al ponerse restricciones, se coloco en posición de experimentar la vivencia de ejercer un grado de dominio mayor que el que había conocido nunca (la adoslecente no podía decir que No, y llego al punto de sertir que no tenía control sobre su vida). Su experiencia no la convirtió en “otra persona”, pero logró que sintiera cómo es ser “la otra clase de persona”que ella veía y así aprendió a incorporar algunos de sus modos de ser en la computadora, en su vida cotidiana. (Turkle, 1984: 153)

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Identidad Virtual... en construcción

Parte importante de la construcción de los conceptos de identidad y virtualización (fundamentales en éste blog), es hacer una reflexión profunda de cómo nace la relación de estos conceptos. Para esto, creo que es necesario irnos un poco atrás y ver las primeras concepciones de lo que hace la relación entre personas, computadoras e Internet.


Para tal cometido, en las próximas 3 entradas presentaremos una parte del trabajo de Sherry Turkle, en su libro “The second self: computers and the human spirit”, que tuvo su primera edición en 1984. 

La autora realiza una investigación sobre la computadora (en su época), en términos de  lo que ella llama  su “segunda naturaleza”. Esto significa verla “como un objeto evocativo, un objeto que fascina, trastorna la ecuanimidad y provoca la reflexión” (Turkle, 1984:21), y no reducirla a su condición natural de artefacto analítico.

Para ello, realiza un estudio de la “cultura en gestación” investigando cómo se incorporaban  las computadoras al proceso de crecimiento de niños y jóvenes y qué llegaban a significar para los distintos tipos de personas. 

En este proceso se encontró con  3 etapas: La primera es la Metafísica, donde niños muy pequeños se encontraron con la computadora y se interesaron en conocer si las máquinas piensan, sienten y/o están vivas; los niños no deseaban filosofar, si no ganar en los juegos que habían en las computadoras. La segunda etapa es de Dominio, que es cuando niños más grandes empezaron a dominar las computadoras a través de la programación. La última etapa analiza cuando en la “adolescencia” la experiencia se polariza en torno a la Identidad.

Esta tercera etapa es la que nos interesa desarrollar, por que arroja aspectos teóricos para el análisis de la construcción de identidad en los jóvenes. 

Turkle explica que las computadoras se relacionan con la integración del “adolescente” a la  autodefinición y autocreación, dejando de lado su carácter de máquina.

Los resultados de esta etapa se esbozan en el análisis de “adolescentes” que utilizaron la programación por computadora, y ciertas plataformas para crear imágenes.

En las siguientes entradas vamos a exponer dos de los casos más llamativos, expuestos por Turkle en el capítulo “Adolescencia e identidad: el descubrimiento de uno mismo en la computadora” para observar sus opiniones y al final realizar una reflexión en cuanto al tema.


Fuente: Turkle, Sherry (1984) “El segundo Yo: las computadoras y el espíritu humano” Ediciones Galápago.

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