Las identidades y el consumo

En el libro de Roger Silverstone, Televisión y vida cotidiana, Silverstone realiza un pequeño análisis sobre la relación que existe entre el consumo y las identidades. Para esto nos cita a dos autores, Douglas e Isherwood, que hablan sobre cómo se puede hallar, en las prácticas de consumo, un mecanismo para la creación y expresión de las identidades sutilmente armonizadas.
Silverstone nos dice que desde autores como Bourdieu y Baudrillard, Douglas e Isherwood se interesan por “los lenguajes de consumo, bienes y objetos como señaladores dentro de una red compleja de comunicativa en la cual se pretenden y se niegan los status y se articula y se exhibe la pertenencia a grupos en cada una de las acciones consumidoras”. (Silverstone, 1994: 198-199)
Los autores nos hablan que el consumo es un proceso activo en el que continuamente se redefinen todas las categorías sociales, esto por que los bienes de consumo no son los mensajes, son el sistema de sentidos mismos. El consumo vendría a ser una actividad simbólica. “Es importante por lo que dice y por lo que deja de decir, por reforzar o por borrar las fronteras culturales. Es una actividad diaria. Proporciona un mecanismo, una retórica, de clasificación social.” (Silverstone, 1994: 199)
El consumo es racional y las tecnologías mediáticas funcionan como elementos esenciales de este consumo no sólo como objetos que deben ser clasificados sino también como conectores que unen a una red más amplia de actividades y oportunidades de consumo.
Los bienes masivos representan cultura, no solo por su presencia dentro del ambiente en el que operamos, sino porque constituyen una parte integrante del proceso de objetivación, sobre todo cuando consumimos. En este proceso de objetivación nos moldeamos como sociedad industrial, con nuestras identidades, nuestras afiliaciones sociales y nuestras prácticas de vida cotidianas.
“La capacidad del individuo de consumir y el modo en que consume (el acceso a la información sobre el consumo y a través del consumo, por ejemplo) son cuestiones que tienen su base en la clase social y dependen de los recursos de que disponga.” (Silverstone, 1994: 200)
El consumo concierne al acceso, y por ende a las estructuras y al ejercicio del poder y a la denegación del acceso. “Las identidades pueden forjarse o fortalecerse dentro de un sistema predominantemente cognitivo, de información, y si es posible reconocer las varias racionalidades que podrían intervenir en esto.” (Silverstone, 1994: 200)
Los autores consideran que el sistema de objetos es una expresión de divisiones sociales previas, pero el uso que se haga de los objetos puede tener un alcance mayor y constituir una referencia mucha más amplia y ahí es donde la mirada hacia las identidades cambia, porque el “El consumo es la auténtica arena donde se debate la cultura y se le obliga a adquirir su forma” (Douglas e Isherwood, Citado en Silverstone, 1994: 198)

Fuente: Silverstone, R (1994) Televisión y Vida cotidiana. Amorrortu editores S.A.

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